Una de las escalas más esperadas en los cruceros fluviales por Europa es la de Estrasburgo. No es de extrañar, estamos ante una preciosa ciudad francesa, joven y dinámica. Repleta de museos, edificios históricos, locales de ocio y una deliciosa gastronomía. Un rincón del Bajo Rin que derrocha encanto y carácter a partes iguales.
Durante una escala en Estrasburgo, las visitas pueden ser muchas. No obstante, hay que recordar que se trata de una ciudad accesible y manejable, por lo que no tendrás problema alguno en recorrerla.
El centro histórico de Estrasburgo es conocido como Grande Île (La Gran Isla). Este espacio fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, y lo cierto es que motivos no le faltan. La isla ubicada en mitad del río, cuenta con algunas de las zonas más importantes para el turismo, como, por ejemplo, la preciosa catedral de Estrasburgo, el reclamo más conocido internacionalmente. Esta catedral gótica a base de piedra arenisca, guarda un sinfín de tesoros, aunque el más llamativo es el famoso reloj astronómico. Además, no hay que olvidar que esta catedral es la cuarta iglesia del mundo más alta.
Si el arte sacro te gusta, en la Gran Isla tendrás muchas más visitas para marcar en tu mapa; y es que aquí, muy cerca de la catedral, también encontrarás otras iglesias medievales, más pequeñas, pero con una belleza enorme. Destacan, por ejemplo, la Iglesia de San Esteban, con una trágica historia al ser parcialmente destruida durante la Segunda Guerra Mundial.
No te pierdas tampoco la Iglesia de Santo Tomás, un tesoro románico, con ornamentación gótica, en cuyo interior se ubica un famoso órgano; y es que por este órgano han pasado genios como Amadeus Mozart o Albert Schweitzer.
Rosetón de la Catedral de Estrasburgo
Pasear por las calles de Estrasburgo es la mejor de las actividades que se pueden hacer. Un momento perfecto para observar, deleitarse y admirar su paisaje urbano, plagado de edificios de madera. Puedes pasar por la zona conocida como Petite France, donde estos edificios cuentan con cierto aire renano, a base de madera en blanco y negro. Es el barrio mejor conservado de la ciudad. En sus orígenes, era el lugar en el que vivían los pescadores, aunque como se puede apreciar a día de hoy, ha evolucionado muchísimo.
Estrasburgo también es una ciudad de grandes plazas. La mayor de ellas es la conocida como Place Kléber. Está emplazada en la zona comercial de la ciudad. Con su nombre se homenajea a Jean Baptiste Kléber, un general nacido en la ciudad y asesinado en 1800 en El Cairo. En el centro de la misma, una estatua de este personaje amado por la urbe y una cripta con sus restos mortales.
No te olvides tampoco del Barrio alemán de Estrasburgo. Fue construido por los alemanes con la intención de convertirse en el centro de la ciudad, saliendo así de la isla que aglutinaba el casco antiguo de la misma.
Los alemanes tenían una intención, crear un gran escaparate de edificios imperiales que pudieran hablarle al mundo de su grandeza. Así, este barrio está plagado de edificios de estilo gótico renacentista, ubicándose entre sus calles algunos de los organismos administrativos más importantes. Puedes visitar la Universidad, o bien perderte por algunos de sus enormes y bellos parques, como el Jardín Botánico. Además, no puedes olvidarte de lugares como el Palais du Rhin, el Palais Universitaire, la estación central de tren, la oficina de correos o el Parlamento.
¿Y los museos? Si eres amante de estos lugares, aquí, en Estrasburgo, tienes mucho trabajo; y es que la ciudad cuenta con nada más y nada menos que diez museos municipales, a cuál más interesante. Así, podrás visitar el Museo Alsaciano, el Museo Arqueológico, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, el de las Artes Decorativas, el Museo de Bellas Artes, el Gabinete de Láminas y Dibujos, el Museo Histórico de la Ciudad, el de la Obra Notre-Dame, el Tomi Ungerer e incluso el Museo Zoológico.
Como se puede apreciar, esta ciudad es una escala inolvidable dentro de los cruceros fluviales por el Rhin.