Un crucero es una gran oportunidad para conocer muchos destinos en un mismo viaje. Diferentes escalas que te permitirán acercarte a las más diversas culturas. No obstante, hay veces que los cruceristas ya han estado en esa ciudad en concreto. Hay muchas ofertas de excursiones extra que podrían interesarte en ese caso, aun así ¿Qué hay de malo en quedarse en el barco? Lo cierto es que es una opción que cuenta con algunas ventajas, sí, también con desventajas, pero las que menos.
Inconvenientes de quedarte a bordo durante una escala
Empecemos primero por las desventajas. Lo más evidente es que vas a perderte el recorrido en tierra. Si ya has estado no hay mayor dilema ¿Hay más desventajas? Sí, por ejemplo, si quieres comprar en las tiendas que hay a bordo (sobre todo en los grandes cruceros que cuentan con auténticos centros comerciales flotantes) no podrás hacerlo. Durante las escalas, estas tiendas están cerradas pues sólo tienen permiso legal para estar abiertas una vez estén en alta mar, en aguas internacionales. Ese será el único momento en el que podrás comprar sus productos libres de impuestos.
El casino también permanecerá cerrado, por lo que no podrás pasar las horas del día probando suerte en la ruleta.
Otro posible factor es que es el momento en el que la tripulación realiza las labores de mantenimiento. Quizá no sea la vista más idílica de un barco de cruceros; un montón de máquinas por los pasillos y gente limpiando todos los rincones. Además, en muchos barcos se hacen prácticas de seguridad y simulacros en las escalas. El personal podría pasar delante de ti con chalecos salvavidas, así que no te asustes.
Ventajas de quedarte a bordo del crucero
¿Has anotado las desventajas? Pues es momento de ver las ventajas y barajar así la opción de quedarte en el barco un día de escala. Lo cierto es que compensan. Por ejemplo, no hay colas para nada. Si tienes que hacer una escala debes desembarcar poco a poco, con tiempo por tanto de espera. Además, el desayuno será mucho más veloz, teniendo que esquivar niños y adultos con bandejas para poder tomar tu café a tiempo. Si te quedas en el barco no.
Podrás levantarte un poco más tarde (sin pasarte, que hay veces que los desayunos tienen sus horarios). Podrás desayunar tranquilamente mirando el mar. Dejándote abrazar por la suave brisa y la estupenda sensación de no tener que ir corriendo. Además, a la hora del almuerzo no encontrarás tampoco colas en ninguno de los restaurantes del crucero.
No tendrás que pelearte por una tumbona. Al haber menos gente, el solárium será un lugar mucho más tranquilo, también de niños. Se acabaron los conflictos con aquellas personas que se empeñan en reservar tumbonas colocando sus objetos personales. Menos gente, más relax y espacio.
Durante los días de navegación, las piscinas y zonas de jacuzzi suelen estar abarrotadas de gente. Hay barcos con piscinas realmente grandes, pero, aun así, la gente puede ser un engorro. Si te quedas en el barco durante la escala podrás disfrutar de una piscina casi vacía. Sin gente. Un momento único para bañarse en el jacuzzi sin tener que esperar tu turno. Un día dedicado única y exclusivamente a tu descanso más absoluto.
Esto también es extensible a zonas como el spa o el gimnasio. Poder cuidarse realizando un poco de deporte a bordo será mucho más agradable durante este día, pues tendrás menos vecinos en las máquinas. Asimismo, en el spa pasará algo similar.
¿Lo mejor de todo? El silencio. La tranquilidad. Poder andar por las cubiertas del barco sin ver a casi gente. Tener el barco prácticamente para ti. Vamos, no te decimos que estés todos los días de la travesía sin salir del crucero, pero es una experiencia muy recomendable para los que quieren desconectar por completo, y mañana será otro día.
Recuerda, por último, que tampoco está de más organizarte con antelación siguiendo nuestros consejos sobre lo que quieres y puedes hacer durante los días de navegación.