Una de las grandes dudas a la hora de reservar un crucero es el tamaño del barco. Es cierto que los barcos grandes son mucho más atractivos, pero no podemos dejar a un lado la comodidad de los barcos más pequeños. Así pues, para intentar arrojar un poco de luz a esta duda «existencial», os acercamos algunas de las ventajas y desventajas de este tipo de cruceros.
Los barcos más grandes son como grandes hoteles. Sí, auténticos resorts flotantes con un sinfín de espacios y zonas de ocio. Los mejores barcos cuentan, además, con ofertas de restauración de lo más variadas, con restaurantes principales y restaurantes de especialidades para probar algo diferente durante una velada especial.
Otro de los puntos a favor es que este tipo de barcos cuenta con un gran número de actividades para todos los gustos, además de para todas las edades, algo que al viajar con niños se vuelve aún más atractivo.
Los espacios deportivos suelen ser más amplios, incluyendo gimnasios, pistas multideportivas, pistas de jogging o incluso paredes de escalada y simuladores de campos de golf. Además, en la parte más relajante de las instalaciones, estos barcos cuentan con enormes spas con infinidad de tratamientos.
En general, se puede decir que en los grandes barcos el tamaño hace que la oferta sea muchísimo más variada, pudiéndose adaptar sin problemas a los gustos personales de cada crucerista. Incluso, aunque parezca lo contrario, son cruceros más baratos porque no alcanzan la personalización que tienen algunos barcos más pequeños, los cuales, al tener cabida para menos pasajeros, también tienen menos opciones para descuentos.
¿Y qué hay de las desventajas? Bueno, lo cierto es que también encontramos alguna. Para empezar, estos barcos tan grandes pueden tener un servicio un tanto impersonal. Cuando hay tantos pasajeros, es muy difícil tener un trato cercano y familiar. Además, moverse por estos barcos puede ser complicado, muchas veces tendrás que usar un plano para poder llegar a puntos específicos.
Aunque el espacio es más grande, también hay más cruceristas, esto complica el acceso a ciertas partes del barco. La aglomeración estará presente en todo momento, desde la hora de embarcar, mientras comemos en el buffet o incluso cuando queramos tomar el sol en la cubierta.
Los barcos pequeños son otro mundo. Para empezar, los itinerarios son diferentes. Ten en cuenta que, al contar con menos dimensiones, son capaces de llegar a puertos a los que los barcos grandes no pueden acceder. Además, también se pueden englobar en esta categoría los barcos fluviales, que recorren los ríos acercando a los cruceristas a otro tipo de destinos.
El servicio en estos barcos es de lo más personalizado. Tener capacidad para menos de 1000 personas hace que todo se personalice un poco más. Además, el tiempo de espera será mucho menor, tanto en embarques como a la hora de comer, por ejemplo.
Aunque cuentan con menos opciones de restauración, las cocinas de los barcos más pequeños cuenta con un alto nivel de calidad, quizá más que en los barcos de grandes dimensiones.
Suelen ser barcos con interiores más cuidados y de más calidad, por lo menos en lo que a materiales y diseño se refiere. Tened en cuenta que, además, hay un aprovechamiento muy inteligente de los espacios.
En estos cruceros, la mayoría de veces se oferta un paquete de todo incluido, no sólo con comidas y bebidas, también con excursiones, algo que nos evitará preocuparnos en cada escala de este tema.
Hay que añadir que pasear por estos barcos es mucho más sencillo, pues al no contar con tanta superficie, los servicios y principales lugares de ocio están más cerca.
No obstante, los barcos pequeños también pueden encontrar desventajas respecto a otro tipo de cruceros. Para empezar, los precios suelen ser más altos, la personalización y el lujo cuestan, y eso es evidente.
El espacio reduce las opciones para los más pequeños. Los cruceros priorizan las zonas para adultos, dejando este punto un poco huérfano. Además, también hay menos lugares de uso público, por lo que quizá encontremos barcos sin gimnasios demasiado grandes o sin spa y otros rincones. En cuanto a las piscinas, suelen ser pequeñas y muchas veces sin piscina para niños o con un espacio demasiado reducido.